El Buceo de altitud también conocido como buceo de altura toma ese nombre por hacerse por encima del nivel del mar (>300 metros). Debemos tener en cuenta algunos puntos para salir airosos con la máxima seguridad de esta bella experiencia. El principal punto a tener en cuenta es la altura a la que se encuentre la lámina de agua de la inmersión proyectada, que mediará en nuestro buceo reduciendo el tiempo de fondo, acortando la velocidad de ascenso y efectuando las paradas de seguridad más cerca de la superficie.
También, a estas altitudes de más de 300 metros, el agua tiende a estar mucho más fría, e incluso helada en la superficie, lo que requerirá aclimatarse adecuadamente, no solo a la falta de aire, sino también a las temperaturas reinantes en esa cota. Lo normal es que este tipo de inmersiones se ejecuten en lagos, presas o ríos en zonas de gran altitud.
Existen tablas especiales, distintas a las de buceo al nivel del mar (cuyo uso debemos conocer) , para corregir las variaciones en el control de la presión parcial de oxígeno en estas inmersiones, pero hay que tener cuidado con su uso, ya que no siempre funcionan correctamente a grandes altitudes.
Se ha demostrado, que a partir de los 300 metros, la probabilidad de Hipóxia, aumenta exponencialmente.
De cara a la realización de inmersiones en altitud, deberemos estar formados en esta especialidad, y acudir con instructores experimentados, y guía del lugar. Más si cabe si la inmersión se realiza bajo el hielo.
La orientación subacuática es una habilidad que nos hará tener buenas referencias para la cartografía y conocimiento de la zona. El compás o brújula junto a la posición del sol, sombras y movimiento de la flora por la corriente del agua serán algunos indicadores de posición, los ciclos de aleteo nos ayudaran para hacer cálculos de distancia y elaborar trazados junto al compás acotando zonas.